23 de febrero de 2007

Carta a un viejo amor...

No sé si algún día tendrás la oportunidad de leer estas letras, ojala así fuera; pero sólo pretendo con ellas, liberar mi alma y liberarte a ti de los recuerdos que año tras año se han convertido en tu karma.

No fue fácil olvidarte, pero tampoco imposible. Me tomé mi tiempo para evaluar mi vida sentimental y llegué a muchas conclusiones; entre todas ellas, comprendí que la familia está por encima de todo sentimiento que existiera y que la vida no debe desperdiciarse con recuerdos del pasado.

Gracias a esta conclusión, logré dar paz a mi interior y desterré cualquier sentimiento que rompía la armonía de mi ser, fue entonces cuando decidí alejarme de ti... en palabras, pensamientos y afectos.

No fue fácil olvidarte ¡claro que no! te mentiría si te dijera que lo fue, pero sè que lo alcancé; actualmente me siento bien con la decisión que tomé de seguir sola, porque gracias a ello pude dedicarme por completo a las razones de mi vida, a mis proyectos, a mi familia.

Te agradezco por conservarme en tus recuerdos, pero te sugiero vivas el presente, que es ahí dónde en realidad radica la felicidad del mañana. Gracias por tus pensamientos y sentimientos que aún siguen latiendo en tu corazón, según me lo has confesado, mas tarde llego tu sinceridad, porque antes de tomar la decisión de sacarte de mi vida, espere años por escuchar tu confesión.

Creo que ya es tiempo de concluir esta etapa en nuestras vidas, pero para darte un poco de paz, debo confesarte que te amé mucho y jamás negaré lo hermoso que fue la sensación de amarte en silencio por muchos años, jamás negaré que te amé con todas las fuerzas que emanan de la tierra y de mi cuerpo, jamás negaré que sin ti me sentía como alma sin sombra.

Ya es hora de enterrar los recuerdos del pasado y emprender la retirada para dar paso a nuevas emociones, nuevas ilusiones. Rompe tus cadenas y déjame marchar.

(11 mayo 1998)

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