18 de septiembre de 2006

Todo empezò en una tarde de lluvia... (FIN)

OBRA DIVINA

Por fin amaneció… y al despertar, sólo pensaba en mi cacharro y en aquel inquietante caballero, que traía mis pensamientos por las nubes., lucubraba en la cantidad que me tocaba pagar al recibir mi auto, pero nunca, supuse que el costo seria asombroso.

Mientras decidía, si levantarme a preparar el desayuno o seguir despabilada en mi cama, los ladridos de Fritz e Ivi, mis fieles canes, no me permitieron escuchar el timbre que sonaba insistentemente… hasta que por fin se calmaron y pude percatarme que alguien llamaba.

Aún con el rostro soñoliento, me asomé al balcón para ver de quien se trataba y mi sorpresa fue grande, cuando vi mi auto estacionado en la calle, ligeramente me puse un sobretodo y mis pantuflas preferidas y bajé emocionada, como si me hubiesen devuelto la vida.

Al llegar a la puerta principal y mientras la habría, observaba la sonrisa gentil de mi amable salvador que se encontraba parado fuera del auto con las llaves en las manos. Me acerqué despacio, controlando mis impulsos para no parecer ansiosa y luego de saludarlo, someramente eché un vistazo a mi carro para ver si estaba en buen estado, pero él tomó las llaves, abrió el coche y se puso al volante, con un gesto inusual, me invitó a subir, como copiloto de la aventura que estaba por comenzar.

Recién ahí, reaccioné y pensaba en qué poder ejercía sobre mí, porque sólo bastaba con una mirada y yo sabia lo que quería decir, su mirada subyugaba ni voluntad y sin palabras de por medio, subí sin siquiera preguntar a dónde nos dirigíamos.

Luego de recorrer varias cuadras, sentí el suave sonar del motor de mi amigo y no dudé en el buen trabajo que hicieron en el taller, mis pensamientos me llevaron a una inmersión de ideas, lo que me alejó de la realidad.

- Disfruta de este viaje, que será tu más grande experiencia y recompensa a todo ese mundo de bondad que anida en ti

Palabras sorprendentes, pero sin sentido para mí, por lo menos no en aquel momento.

Continuamos en el recorrido de prueba y esta vez pregunté:

- A dónde vamos?
- Te llevaré a un sitio donde sólo los elegidos van

Sus palabras lejos de emocionarme, empezaron atemorizarme y el pánico empezó a apoderarse de mí; mas, sin embargo, mi voz interior me decía, “ve, no temas”.

La arquitectura urbano estaba distante de nuestra posición, el ruido propio de los motores del caótico centro de Guayaquil iba disminuyendo, empezaba a sentir la suave brisa de la Ruta del Sol y al saber que el “paseo” era inevitable, decidí voltear mi mirada hacia mi ventana y disfrutar de la tranquilidad de un viaje de placer, al mirar el cielo despejado, una que otra nube le daba un matiz especial al sempiterno

En cada nube, conforme avanzaba el recorrido, dibuja las escenas de mis últimas vivencias… la lluvia que enajenó mi auto, la forma cómo éste fue a parar al taller, la presencia inquietante de mi “salvador”… en fin, era una mezcla inexplicable de emociones y sensaciones. De rato en rato, trataba de mirar el rostro de mi acompañante y él, sólo disfrutaba al ver mis gestos de sosiego y confusión.

Lo raro era que en ningún momento, desde que lo conocí, intuía sentimientos de sensualidad en cada una de sus palabras… mas bien, era una mezcla angelical de cándida picardía y vaya ¡de qué manera! era como si se tratara de un ser sideral; pero claro, era loco pensar que eso pudiera suceder.

- Tranquila, no temas, no dudes de mí, sólo relájate y disfruta de este momento, que jamás en tu vida olvidarás.

Al escuchar estas palabras, recién caí en cuenta, que cada vez que mi pensamiento se oscurecía, él al pronunciar cada frase, devolvía el resplandor a mis angustias. Así que confiando en el Todopoderoso, decidí disfrutar abiertamente de ese momento de relax que casi nunca tengo.

- Aire fresco es lo que necesitas para oxigenarte y que tu cuerpo olvide tantas angustias que has vivido.
- Cómo sabes tú, lo que yo he pasado?, pregunté
- Te conozco muy bien, aunque tu no distingas mi rostro
- No recuerdo haberte visto; tal vez, si te vi, no guardé tu imagen en mi memoria.
- Tranquila, no trates de recordar, ahora sólo deseo que disfrutes y sientas la magia de la vida.
- Déjame conducir, le dije - Por supuesto, disculpa नोहबेर्lo hecho antes… debes sentarte para que pruebes el motor y veas que el trabajo que le hicieron, es excelente… ¡adelante!

Hizo un pare a un costado d
e la carretera, se bajó y abrió la puerta de mi lado, al sentarme frente el volante de mi cacharrito, la emoción me embargo y me sentía aliviada al saber que lo conduciría, pero no podía dar marcha, hasta que Ángel Miguel se subiera al auto.

Esperé unos minutos y no subía, supuse luego que algo estaba revisando detrás del vehículo; pero, al ver que no se acercaba, decidí bajarme para ver qué sucedía y fue en ese instante, que me percaté de su ausencia… pensé que se había retirado a un sitio discreto, para atender alguna necesidad biológica, así que decidí entrar y sentarme a esperarlo.

El tiempo transcurría y su ausencia empezaba a inquietarme, después de 45 minutos de espera, al comprobar la hora en mi reloj, ya era medio día y yo aún seguía en la carretera, con pijama, sola y con la angustia de no saber qué le sucedió; por lo tanto, decidí emprender el retorno a la ciudad.

Al llegar al garaje y al bajarme, me di cuenta de una tarjeta que estaba justo en el asiento del copiloto, la tomé y la guardé en mi bolsillo… mientras recorría, el pequeño tramo hasta mi departamento, seguía inquieta por la forma cómo se fue sin despedirse de mí.

Sentí mucha sed y fui a sacar algo de beber del frise y una voz interior me dijo, “recuerda la tarjeta, llama, llama….” Me quedé pensativa mientras ingería el agua, me senté por unos minutos en el comedor, desde donde tengo una vista panorámica del cielo y al elevar mi mirada hacia él, preguntaba por qué se fue así, por qué! No entendía que le sucedió, a tan gentil caballero, que esta vez no hizo gala de su donaire y simplemente decidió desaparecer.

Decidí hacer la llamada, saqué la tarjeta de mi bolsillo y al revisar, me di cuenta del nombre del taller y al leerlo, me quedé estupefacta, pero mucho más al marcar los números y escuchar la voz que decía “este número no ha sido asignado a cliente alguno”…. Uppsss, me sobresalté mucho más, volví a marcar para ver si no me había equivocado, pero la insistente voz, repetía lo mismo.

No contenta con eso, decidí llamar a Información y pues obtuve la misma respuesta. -No puede ser posible- le dije a la señorita -Por favor, vuelva a revisar - replique - No insista, he revisado varias veces el sistema y el número no tiene dueño.

Fue entonces, cuando me fijé en la dirección del taller y decidí ir hasta allá, para ver si Ángel Miguel estaba ahí y saber que se encontraba bien; además, para preguntar por el valor de la factura, pendiente de pago.

Llevaba una hora de recorrido, cuando mis ojos no miraban nada parecido al sitio donde me encontré aquel día; cansada de dar vueltas y vueltas, decidí apostarme a un lado de la carretera y preguntar a un vendedor sobre la dirección de aquel lugar, y me dijo:

- Veamos, estamos ubicados en la dirección correcta, pero por aquí no veo ningún taller con ese nombre… “Obra divina”… nombre muy raro para un taller mecánico, replicó el señor.

Mi preocupación era mucho mayor como para poner atención a su observación.

- Oiga, disculpe, No será que usted no sabe de este sitio, si yo hace días estuve por aquí y sé que en esta zona existe ese taller, no será que estará a unos kilómetros de aquí?
- No señorita, llevo más de 20 años vendiendo en esta zona y nunca he visto un taller por aquí, el más cercano está a 10 kilómetros de distancia y es un lugar muy humilde, nada como el que usted me ha descrito.
- Bien, gracias señor y disculpe

Al ver la cara de asombro y de sinceridad del señor, no insistí más y decidí retornar a mi casa. Luego de unos kilómetros de recorrido, llegué una vez mas desconcertada, ya el cielo entraba en ocaso y me di cuenta que ni siquiera había probado bocado desde que desperté, a más del vaso con agua.

Diariamente revisaba los diarios, sección de crónica roja, para ver si de esa manera funesta podía saber algo de él, pero todo era en vano… la angustia se acrecentaba más, cada vez que un día nuevo se presentaba, mis pensamientos siempre se centraban en la historia que viví.

Cerca de dos meses me pasé recorriendo dicho sitio, luego de mi turno de oficina, regresaba al lugar, donde supuestamente quedaba el taller de mecánica “Obra Divina”… obra divina, repetí internamente, cada sílaba de esa palabra retumbaba en mi cabeza.

Así que elevando mis ojos al cielo, dije, “Señor, ayúdame con esta angustia, no sé qué pudo pasarle… por favor, que no sea nada malo, no se merece que le ocurra algo sombrío como lo que imagino… por favor”

En fin, el tiempo transcurrió y decidí retomar mi vida, sin la inquietante duda que hizo presa de mí por mucho tiempo.

Era una tarde de verano y camino a casa, luego de una tarde extenuante de trabajo, decidí tomar un poco de brisa y recorrer la Ruta del Sol, había recorrido unos cuantos kilómetros, cuando delante de mí, vi un vehículo estacionado con luces de precaución y me di cuenta que una señora con sus hijos, pequeños aún, estaba revisando el motor de su auto, así que decidí hacer un pare y prestar mi ayuda.

Al acercarme, me percaté que los niños lloraban, el más pequeño con mayor insistencia, la señora me contó que su bebé estaba enfermo y ardía en fiebre, que lo llevaba a un lugar de emergencias cercano, que su esposo estaba fuera de la ciudad y por ese motivo estaban solos.

Mientras escuchaba su relato, al ver qué podía hacer con su auto, me percaté que estábamos justo en el mismo sitio en que meses atrás, Ángel Miguel desapareció; aparentemente, el motor estaba en perfecto estado, pero el auto no encendía, así que me ofrecí a llevarlos en el mío.

Ella aceptó, dejamos su vehículo a buen recaudo y se embarcó con los niños… el pequeño comenzó a convulsionar por efecto de la fiebre, la desesperación de la madre era tanta que la única reacción que tuve, fue acelerar la velocidad de mi vehículo, no acostumbrado a estos trotes, pero se comportó como uno de fórmula uno.

Recorrimos varios kilómetros y la señora me hizo señas que me detenga en un lugar poco habitable donde el único ruido que se escuchaba, era el llanto del bebé.

– Por favor, coja su derecha e ingrese por el primer tramo que encuentre

Seguía las indicaciones con mucha atención y con la ansiedad de encontrar el sitio, al ver cómo el bebé se contorsionaba por efectos de la temperatura, por fin, divisamos un lugar, que no tenia aspecto de hospital, peor de una clínica, y le pregunté si en verdad deseaba que la llevara ahí, a lo cual afirmó con su cabeza mientras observaba al bebé.

Le ayudé a bajar con el otro niño y los bolsos, ella corrió de manera desesperada con el nene en brazos. Al escuchar las pisadas de sus zapatos, salió un señor vestido de blanco entero, con un porte gallardo, con cabello cano y tomó al niño en sus brazos… como si anticipadamente, alguien le haya dicho lo que le sucedía.

Me quedé afuera esperando con el otro pequeño y por una ventana, observaba cómo el “doctor” puso al pequeño enfermo en un cunero y lo despojó de su escasa ropa, posó sus manos sobre su cuerpecito débil, en posición horizontal, como queriendo pasar la fiebre del pequeño a sus manos… el llanto del bebé iba disminuyendo, lo volteó para darle de beber una bebida que estaba en un envase herméticamente tapado… cinco gotas en sus labios y asombrosamente, el bebé dejó de llorar y cayó en un sueño profundo… mas que una consulta, me daba la impresión que se trataba de un ritual shamánico, donde se conjugaba la espiritualidad con la bondad de la madre naturaleza.

La señora no demoró en salir y mis pensamientos se interrumpieron, al ver su rostro, me di cuenta que estaba serena y sonriente; me agradeció por la ayuda que le brinde y me dijo que sin ella, su bebé hubiera muerto.

-No se preocupe, vamos la regreso a su casa y luego llamamos para que una grúa lleve su vehículo.
- No tranquila señorita, ya muchas molestias le he causado, no se preocupe, me quedo en este sitio, estaremos bien, mi esposo pasará por nosotros, ya lo llamé y él recogerá el vehículo… muchas gracias y que Dios la bendiga siempre.
- Bien, si usted lo dice, así será; pero segura que desea quedarse aquí, volví a insistir… ella sólo afirmó con su cabeza.
- Recuerda por dónde entró, preguntó
- Claro, si recuerdo, no se preocupe
- Bien, si por algún motivo lo olvida, guíese por un letrero que está apostado en el margen izquierdo… usted lo distinguirá muy bien, sé que él le devolverá la orientación.
- Ok, gracias y cuide por favor de sus bebés, son muy angelicales.

Ella únicamente sonrió y a lo lejos veía su mano como se agitaba… recorrí buen tramo hasta que por un momento me desorienté y no sabía para dónde coger, hasta que observé el letrero, del mismo que no me percaté por la angustia de llegar al destino.

"Bienvenido al Hogar OBRA DIVINA", decía el letrero... Dios, al leer el nombre del letrero, sentí una sensación rara y en ese momento recordé todo lo sucedido meses atrás, pero inmediatamente mi razón encontró la justificación, se trataba de una casualidad… así que volví a ubicarme y pude salir de ese trecho.

Ya de nuevo en la Ruta del Sol, ni siquiera avancé un kilómetro de regreso a la ciudad, el motor de mi auto se apagó… me bajé para ver de lo que se trataba y levanté el capot y... ¡OH SORPRESA!... observé un sobre blanco encima del carburador, mi corazón comenzó a latir fuertemente y con temor lo tomé en mis manos, olía a limpio y conservaba su impecable blancura.

Las manos me temblaban, recordaba que el mismo no estaba en la mañana al momento de revisar el motor, antes de salir a la oficina… lo abrí y encontré una nota escrita, supuse que se trataba de alguna broma de mal gusto o de un anónimo:

“Perdona por haberme ido de esa manera, pero mi Padre me llamó de manera urgente y acudí sin darte explicación alguna; pero no vuelvas a angustiarte por mí, me encuentro bien. No te preocupes por el gasto ocasionado en la reparación del vehículo, no debes nada, esto fue una “OBRA DIVINA”. Recuerda que te dije, que los gastos corren por cuenta de la casa. Mi Padre se da por bien pagado, con tu acción a favor de la señora y sus dos pequeños. Ahora ve a descansar, muchas emociones para tan poco tiempo. Nunca dudes en volverme a llamar, cuando necesites algo de mí. Gracias por confiar en mì. Att. Arcángel Miguel”

Me quedé helada al término de la nota… una sensación extraña recorría mi cuerpo, no sabía si llorar, reír o simplemente olvidar lo que leí; pero, recordé que minutos antes de quedar atrapada en ese océano de agua con mi vehículo, antes de entrar en comunicación síquica con mi cacharro, dije, mirando la imagen de mi ángel preferido, la misma que guardo en la secreta: “Arcángel Miguel, por favor, ven en mi ayuda, no me abandones”

Efectivamente, estuve muy lejos de imaginar siquiera que mi ángel, al que siempre me encomiendo diariamente, en mis alegrías y angustias, viniera en mi ayuda, tomando el cuerpo de ese gentil caballero.

Una sensación de paz cubrió mi cuerpo y espíritu, mi mirada brillaba de alegría, bajé el capot de mi fiel cacharrito, como lo llamo yo, me senté frente a su volante y encendí el motor, el mismo que tenía un sonido silencioso, como solidarizándose con aquel momento celestial que vivía…
gracias a una tarde de lluvia, del mes de Abril.

(23 Agosto 2006)

5 comentarios:

Anónimo dijo...

Hola Con Aroma de Mujer:

Me ha encantado tu historia... espero seguir disfrutando de muchas màs que nacen de tu inspiraciòn. ¡¡SIGUE ADELANTE!!

Anónimo dijo...

bravo, bravisimo.

No podia parar excelente que buena historia, tal vez trillada pero excelentemente redactado tienes una magia que cautiva, juegas con la imaginacion del lector, levantantes en mi setimientos de morbo, pasion, intriga, dulzura, amor etc. conectaste mi mente con el lado magico de mi alma

Gracias por tu relato

Anónimo dijo...

... sabras que soy yo, quien desde el insondable mundo de la felicidad y la fantasia ha penetrado en tus letras, para abrigar mi corazon, para bañarme de esa intensidad que recorre tu piel...en silencio para ser solo Tu y yo, disfrutando de toda la felicidad del mundo.

...en verdad hay algo en ti que es parte mia ahora; es cierto, hemos caido, hemos disfrutado, hemos llorado, pero sobro todo nos reafirmamos en lo que somos, con ese orgullo que solo siente quien a diario supera las viscisitudes de la vida, se acepta asi mismo, y se renueva permanentemente.

...Hay en tí esa MUJER, con aroma de plenitud, de libertad, esa MUJER madre y amiga, MUJER amante, apasionada ...Por supuesto que eres un milagro...y mas alla de eso un camino que recorrer. GRACIAS POR SER QUIEN ERES y darnos la posibilidad de llegar a ti para juntos ser mejores.

...Ahora, vuela, vuela alto y sostenido, brilla con esa luminosidad anidada en lo maravilloso de tu corazon...llevame en tí, en tus alas de mágica belleza...y dejame anidar en tus letras ya que has conseguido anclarte en mis pensamientos y en mi corazón.

...estaré en tí, estare ESPERANDOTE...

Rayu

Anónimo dijo...

Hola Gaviota! me ha gustado mucho su relato! capto mucho mi atencion, a tal punto que se me ponia la piel de gallina al ir culminando la lectura! he leido otros de sus relatos, no todos, aun, pero dejeme felicitarla por esto que hace!
FELICITACIONES! y felicidades tambien por la hija que tiene, porque gracias a usted es la excelente persona que es, un poco loca pero eso viene en el paquete! jeje.
espero seguir leyendo mas de sus historias!
abrazos!

Anónimo dijo...

Muy interesante su experiencia.....Me mantuvo atenta desde que empece a leearla....
Es increÍble saber q aquellas situaciones divinas realmente ocurren y mas sorprende aun, que las han vivido personas tan cercanas a uno...es muy lindo q la haya compartido....Siempre he sido apasasionada por los angeles es más desde que tengo uso de razón encomiendo a toda mi familia con ellos....LO MAS IMPORTE ES TENER SIEMPRE FE...Y CON ELLA TODO EN LA VIDA SIEMPRE VA A RESULTAR.....MUCHISIMAS BENDICIONES PARA USTED Y TODA SU FAMILIA....